SAN JOSE
durmiendo en una esquina
entre cartón y pajas
un hijo de Dios sueña
con pan y mermelada
sin José sin María
soledad en la espalda
con doce campanadas
se despierta el mendigo
es la iglesia que llama
las luces de los árboles
vestidos de colores
destellos de opulencia
asoman a sus ojos
reflejo intermitente
de ajena carcajada
se arropa el indigente
con su piel arrugada
envuelto en el silencio
curtido en su desgracia
hace calor en el Guayas
en New Jersey la nieve
viste de blanco las casas
y en las esquinas del mundo
noche a noche
madrugada a madrugada
la navidad es real
una mujer dando a luz
muerta de hambre
pariendo un sol de esperanza
por amor o por capricho
por error o conveniencia
accidente o violación
no importa la circunstancia
los San José están escasos
en confusión matemática
los Jesús se multiplican
en ascendente montaña
que las Marías prefieren
no permitirles nacer
para cortar de raíz
el eslabón de miseria
que los encadena en serie
al dolor a la violencia
la pobreza la ignorancia
los reyes magos no pasan
sobre camellos de fe
en tiempos de terrorismo
sus fortunas las dedican
a transportar extremistas
a comprar conciencias raras
a explotar almas en masa
hoy Jesús José y María
tienen pasaportes falsos
deambulan tierras extrañas
con la misma incertidumbre
de dos mil años atrás
afuera el mundo se mata
ya Belén nunca está en paz
la noche buena es tan plástica
las manos del que sufre
los ojos del que ama
el abrazo sin fuerzas
las ojeras azules del enfermo del alma
son luces que olvidamos
aunque cuelguen de las ramas
del árbol de navidad
de la raza humana
y el mendigo? José se llamaba
amaneció sin vida
hoy 25 de diciembre
en cualquier esquina
en cualquier ciudad
en cualquier plaza
en la iglesia las doce
repican las campanadas
celebrando alborozadas
la indiferencia pagana
de una nueva navidad
© Patricia Velásquez de Mera
durmiendo en una esquina
entre cartón y pajas
un hijo de Dios sueña
con pan y mermelada
sin José sin María
soledad en la espalda
con doce campanadas
se despierta el mendigo
es la iglesia que llama
las luces de los árboles
vestidos de colores
destellos de opulencia
asoman a sus ojos
reflejo intermitente
de ajena carcajada
se arropa el indigente
con su piel arrugada
envuelto en el silencio
curtido en su desgracia
hace calor en el Guayas
en New Jersey la nieve
viste de blanco las casas
y en las esquinas del mundo
noche a noche
madrugada a madrugada
la navidad es real
una mujer dando a luz
muerta de hambre
pariendo un sol de esperanza
por amor o por capricho
por error o conveniencia
accidente o violación
no importa la circunstancia
los San José están escasos
en confusión matemática
los Jesús se multiplican
en ascendente montaña
que las Marías prefieren
no permitirles nacer
para cortar de raíz
el eslabón de miseria
que los encadena en serie
al dolor a la violencia
la pobreza la ignorancia
los reyes magos no pasan
sobre camellos de fe
en tiempos de terrorismo
sus fortunas las dedican
a transportar extremistas
a comprar conciencias raras
a explotar almas en masa
hoy Jesús José y María
tienen pasaportes falsos
deambulan tierras extrañas
con la misma incertidumbre
de dos mil años atrás
afuera el mundo se mata
ya Belén nunca está en paz
la noche buena es tan plástica
las manos del que sufre
los ojos del que ama
el abrazo sin fuerzas
las ojeras azules del enfermo del alma
son luces que olvidamos
aunque cuelguen de las ramas
del árbol de navidad
de la raza humana
y el mendigo? José se llamaba
amaneció sin vida
hoy 25 de diciembre
en cualquier esquina
en cualquier ciudad
en cualquier plaza
en la iglesia las doce
repican las campanadas
celebrando alborozadas
la indiferencia pagana
de una nueva navidad
© Patricia Velásquez de Mera