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EL INVIERNO DEL 2008

A Crispín Ramírez (Chabelo)
por enseñarnos a estirar el
hilo de la lealtad hasta las
las últimas
consecuencias.



EL INVIERNO DEL 2008

la casita está rota
aquella madrugada
las piedras de la lluvia
se la desmenuzaron
el cielo furia en las venas
abrió sus diques de llanto
y en malditos vendavales
arrasó con los caminos
anegó los arrozales

asido a su canoa como a la vida misma
Chabelo sabe que el agua
se va llevando al infierno
su huerto y su morada

colgando del mástil de un sueño
golondrinas volando en el cordel
sus pantalones de insólitas jornadas
banderas cantando al alba
señales de humo
para helicópteros sin mapa
no se notan desde el cielo
del poder y la arrogancia

el sol si es que un día regresa
le secará las camisas
le planchará la esperanza

la siembra rueda al garete
vencido abraza el machete
y llora con sus gallinas
muertas cual guerrilleras
en lotes de una vecina

dejando viajar por el rostro
una lágrima salada
levanta su diestra y marca
una cruz sobre la nada

la disyuntiva es amarga
esperar muerto de rabia
algún bono miserable
o volverse un indeseable
invadiendo una ciudad
para pedir caridad

deambula Chabelo a solas
por Guayaquil y sus cuitas
se le cruzan los coyotes
ofreciendo una green card

le llueve igual que en su tierra
aprende que el paludismo
es más benigno que el dengue
y mejor que el consumismo
que el mundo adora la guerra
que el hombre vuela muy alto
pero cae en lo más bajo

entonces busca un atajo
por donde volver al monte
perseguir al horizonte
resucitar las gallinas
la canoa las gallaretas
olvidar las metralletas
y morir oliendo a paz


© Patricia Velasquez de Mera

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