Mañana radiante de domingo, el sol besa la cortina y me levanta. Me desperezo despacio mientras desde algún techo, una rama, un escondite, una quimera, algún ave emocionada canta.
Bajo las escaleras descalza, la luz que se filtra furtiva por la ventana de la sala, besa la guitarra de mi padre y ella, al descubrirme, me abraza… Casi puedo escuchar sus cuerdas que me hablan.
En dónde estás que no sea en mi piel, en los mapas del ayer, en la mirada de mis hijos, en mi corazón, en tus poemas y enseñanzas, si cada paso que doy me acerca más a tu esencia, a la majestuosa sencillez de tu discurso de vida, Padre?
© Dagor PVV
nada soy o soy tan poco como una maceta discreta que olvidada y solitaria observa desde la ventana los transeúntes que pasan apenas soy en mi estancia la esquina fortuita de una casa ubicada en cualquier manzana poeta desencantada tomando notas fotografiando sonrisas con las pupilas cansadas para poder reflejarlas entre los versos del alba mientras los zapatos sangran por calles imaginarias largas calles no empedradas plagadas de dolor de desesperanza eso soy o no soy nada una huida permanente un paso en el andén constantemente un atardecer lleno de nubes sobre la playa de los indolentes nada soy o soy tan poco transparente anacoreta pintando sobre muros invisibles los rostros de otros bardos que no calzan en las listas repetidas en las alfombras purpúreas de los mercaderes de la humanidad Dagor Ab...
Comentarios