Me lo contó con la suavidad que le caracteriza. Cuidadosamente hilvanaba cada palabra con la siguiente: “El sol me seguía mientras avanzaba camino arriba por la carretera de Les Alpes Maritimes. Siempre habrá magia entre las montañas, el sol y yo, por eso, la felicidad que me embargaba ese día, no era nueva. Las casitas en fila se empinaban alegres sobre el paisaje lejano, hasta que llegué al pueblo y pude apreciar de cerca su belleza. Parecían cajitas musicales a punto de abrirse. Había cientos de carros parqueados en ambos lados de la vía. Avancé en la dirección del instinto y cuando viré por una callecita, allí estaban todos. El pueblo entero se había volcado sobre una feria de alimentos y chucherías. La iglesia resplandecía con sus puertas abiertas, los colores de las carpas de los comerciantes bailaban ante mis ojos, las risas de hombres y mujeres contaban historias, las mejillas rosadas de los chiquillos correteaban sin parar alrededor de mi corazón; todo hablaba de una esplendorosa mañana de domingo. Seguí rodando lentamente hasta detenerme en el espacio que me esperaba. Abrí la ventana y allí estabas tú… El olor a romero, a flor de lavanda, a fruta fresca, me invadió los sentidos, trajo a mi memoria el aroma inconfundible de tus cabellos. Qué ganas de abrazarte en ese instante. Caminé despacio entre los compradores y encontré una baratija para ponerla en tus manos a mi regreso…”. (Dagor)
nada soy o soy tan poco como una maceta discreta que olvidada y solitaria observa desde la ventana los transeúntes que pasan apenas soy en mi estancia la esquina fortuita de una casa ubicada en cualquier manzana poeta desencantada tomando notas fotografiando sonrisas con las pupilas cansadas para poder reflejarlas entre los versos del alba mientras los zapatos sangran por calles imaginarias largas calles no empedradas plagadas de dolor de desesperanza eso soy o no soy nada una huida permanente un paso en el andén constantemente un atardecer lleno de nubes sobre la playa de los indolentes nada soy o soy tan poco transparente anacoreta pintando sobre muros invisibles los rostros de otros bardos que no calzan en las listas repetidas en las alfombras purpúreas de los mercaderes de la humanidad Dagor Ab...
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