Detrás de la catarsis de la vida, se esconde el universo de los sueños. Buscamos encontrar en las estrellas un canto de cristal desde La Tierra, como un eco que inunde con su música el planeta. Y cuando llega el fin de la jornada que llamamos vida, despojados del peso de los huesos, soltamos las amarras y partimos en busca de esa meta, de esa voz celestial, orilla prometida, oráculo sin tiempo…
Anhelo para ti un viaje placentero, mirando desde lejos las luces del mundo, desde otra perspectiva, descomunal, infinita. Confundiéndote con los astros hasta desaparecer con tu alma cargada de amor y de humildad, en brazos de tu destino universal, por los siglos de los siglos.
El resto, ya no importa…
© Dagor
(Foto: "La Laguna" por Patricia Velasquez de Mera. New Orleans, 1998) 8002 Sycamore Llegó apurado, frotándose las manos. Apretaba el periódico del día bajo su brazo izquierdo. En la mano derecha, como de costumbre, llevaba un pan empacado en papel de cera. Hacía frío, pero también como de costumbre, no llevaba calcetines y sus canillas blancas como la nieve relampagueaban entre los mocasines y el pantalón. Depositó el pan sobre la mesa y se sentó de espaldas al salón, frotando sus manos una contra la otra por largo rato. Little Watch (relojito) apareció de algún rincón y moviendo la cola se le pegó a la pierna con familiaridad hasta que se escuchó el grito: Maldita sea! Ya me pasaste el puñado de pulgas. Se levantó agitado, abrió la puerta y Little Watch salió pitando por ella. Volvió sobre sus talones y se dirigió a la chimenea, prendió el fuego sin sacarse el abrigo y se metió en la cocina. Mientras pasaba café leía con interés el diario y tomaba con placer -como si aquello
Comentarios