Cuéntame cómo es la luz por dentro, cómo se siente volar sin escafandra en el cielo interminable de la eternidad. Dime si el dolor vuela como cometa adherido a su dueño, o si la palabra recuerdo se convierte en polvo de estrellas y regresa a nuestro planeta a besar las copas de los árboles vestida de invierno.
Dime que duermes a pierna suelta, que comes manjares transparentes y dulces que no contienen azúcar, que no te causan hipertensión arterial.
Dime que en tu mar no hay olas, que la orilla es de cristal, que el agua te besa las manos.
Dime que eres feliz!
(Dagor)
Las voces del viento abrazan tu silencio, Madre. Tus plantas languidecen porque son prolongación de los dedos de tus manos y de tu ternura. Los retratos de los abuelos no disimulan su alegría ante tu llegada al cielo, que ellos ya habitaban. Un vehículo amarillo esperaba en silencio en el umbral del hastío para transportarte en marcha triunfal hacia la cima de la libertad. Tu nave con el escudo del Barcelona, no tuvo más luces que las estrictamente necesarias, las suficientes para no perderse entre las nubes de la atmósfera en el camino a la eternidad, porque de tu sencillez, no cabía esperar faros halógenos que pretendieran competir con las estrellas. Te has ido en mayo, mes de la Virgen a la que tanto amaste y bajo cuyo manto te cobijaste en momentos de duda y de dolor. Ojalá fuera posible que cambiaras de parecer y retornaras a seguir gozando del amor incondicional de Muñeca, tu lazarillo, tu perrita fiel, y para poder nosotros regodearnos en el privilegio sin par de escuchar tus ...
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