cada vez que pasas aún cuando ya no me saludas tu imagen esquiva que fue tan de mi estancia ignora mi perfume mas el corazón de tu entraña humilde se detiene subyugado por mi sombra que te ama de espaldas a todos tu ternura me llama ignorando los ruidos de los carros que transcurren tu mano transparente se cobija en mis palmas me quemas con tus ansias tu piel despierta en mis poros el tiempo que no descansa nos vuelve a hacer prisioneros de esa fuerza inextinguible que nos unió y nos delata aunque me hayas traicionado con tu falacia mundana cada vez que nos veamos el amor saltará a las ganas y detendremos el final las mentiras los compromisos las batallas para besarnos con los ojos y fornicar con el alma Patricia Velásquez de Mera
No es el hombre por hombre superior más que a la sombra de sus propios pasos, muchas veces el hombre es un payaso que ríe entre sus ganas de llorar. No es el hombre el señor del universo, sólo es grano de arena en playa vieja, sólo es hueso fugaz, tímida queja que aprende lentamente a caminar. No es el hombre inmortal, no es dios ni es vino, el hombre es el camino, no es el norte, invitado temporal del horizonte, lluvia breve, libertad por alcanzar. Dagor