A veces el poeta quisiera ser nube se aleja del bullicio con ganas de llorar se abraza con los árboles buscando su ternura se viste de esperanzas para no claudicar... Pero no vamos a claudicar. Quiero comenzar este mensaje dirigiéndome a nuestros familiares más allegados para quienes como para mi, no hay consuelo por el adiós de Fernando. Quiero pedirles que no abandonemos nuestra fe ante prueba tan dolorosa y contundente, por el contrario, a este dolor, entre todos, vamos a sacarle una sonrisa. Vamos a celebrar el tremendo poder de convocatoria de Fernando, la transparencia de su alma, su pasión por el Emelec, su ejemplar sencilléz y su perseverancia para levantarse de las desgracias y darle la cara al sol contra viento y marea. Vamos a tratar en su nombre de perderle temor a la palabra muerte, vamos a dejar de asustamos ante ella, cuando en realidad deberíamos hacer un esfuerzo por asimilar que cuando el cuerpo se deja vencer, lo hace para que el alma se libere. Aquella mañana en que...
No es el hombre por hombre superior más que a la sombra de sus propios pasos, muchas veces el hombre es un payaso que ríe entre sus ganas de llorar. No es el hombre el señor del universo, sólo es grano de arena en playa vieja, sólo es hueso fugaz, tímida queja que aprende lentamente a caminar. No es el hombre inmortal, no es dios ni es vino, el hombre es el camino, no es el norte, invitado temporal del horizonte, lluvia breve, libertad por alcanzar. Dagor