tarde de primavera tarde para desnudar las cuitas frente al retoño del romance entre el agua y la tierra tarde para aspirar el sol abrazar las montañas desdibujarse en lágrimas sobre el bosque del deseo inexplorado tarde para dejarse crecer los árboles desde el corazón hasta el parque desde el ombligo hasta la luna desde tus labios hasta mi regazo tarde para reconstruir recapacitar parafrasear reconsiderar reincidir tarde para soñar con los pliegues de tus manos con el perfil de tu ternura con los lagos incandescentes de tus ojos con la comisura de tu boca y de tu voz tarde para desbordarse en perspectivas sobre las laderas de tu corazón tarde para desgranar el trigo desde mi ventana hasta tu horizonte tarde para tender al sol estas líneas imaginarias de palomas translúcidas que vuelan entre mis palabras tarde para amarte con este recado involucrando los sesos con ludimento y calma para paladear el aroma de tu piel entre el cuaderno y la taza de café © DAGOR Patricia Velásquez de Mera
No es el hombre por hombre superior más que a la sombra de sus propios pasos, muchas veces el hombre es un payaso que ríe entre sus ganas de llorar. No es el hombre el señor del universo, sólo es grano de arena en playa vieja, sólo es hueso fugaz, tímida queja que aprende lentamente a caminar. No es el hombre inmortal, no es dios ni es vino, el hombre es el camino, no es el norte, invitado temporal del horizonte, lluvia breve, libertad por alcanzar. Dagor