Creíamos que la verdad se la podía dividir, nos atropellábamos al hablar… los argumentos se mezclaban con la risa, con el llanto… era la marea de la juventud. Hoy nos basta el silencio para entendernos… la bulla viene de otras voces y nos regocijamos en escucharlas. Entendemos que la palabra es indivisible, como la verdad… que la risa es breve, como la juventud… que el ruido del mar consuela, como el llanto… que el silencio es el altar de la vida, como Dios...(Dagor)
No es el hombre por hombre superior más que a la sombra de sus propios pasos, muchas veces el hombre es un payaso que ríe entre sus ganas de llorar. No es el hombre el señor del universo, sólo es grano de arena en playa vieja, sólo es hueso fugaz, tímida queja que aprende lentamente a caminar. No es el hombre inmortal, no es dios ni es vino, el hombre es el camino, no es el norte, invitado temporal del horizonte, lluvia breve, libertad por alcanzar. Dagor