Nací un seis de marzo como la primavera de la tierra lejana que hoy es mi hogar, que desde mi ventana me permite atestiguar el milagro de la naturaleza cuando las aves regresan, cuando los niños corren en las veredas enterrando con sus zapatitos el frío del invierno, cuando vuelven las rosas al jardín para abrazarme con sus colores... para platicar. Nací un seis de marzo, por eso como el invierno tropical soy de la lluvia, como los caballitos verdes de luz, canto mis cuitas en noches largas de soledad. A veces en mi cumpleaños el olor del humo de las velas me sirve de camino al pasado, la memoria olfativa me lleva al parque de la infancia, fotos archivadas en minúsculos espacios del cerebro que rebobinan encuentros con iguanas ardientes sonriendo a posteridad. Bailes de ranas, cantos de grillos, vuelos de salprieta escapando de un tubo para aterrizar en un chifle y terminar en mi paladar… Me regodeo en los tesoros de la memoria... tierra lejana que vibra en mis sienes, Guayaquil lecho ...
No es el hombre por hombre superior más que a la sombra de sus propios pasos, muchas veces el hombre es un payaso que ríe entre sus ganas de llorar. No es el hombre el señor del universo, sólo es grano de arena en playa vieja, sólo es hueso fugaz, tímida queja que aprende lentamente a caminar. No es el hombre inmortal, no es dios ni es vino, el hombre es el camino, no es el norte, invitado temporal del horizonte, lluvia breve, libertad por alcanzar. Dagor