cuánto me gusta la lluvia/ tiene un secreto que suena/ como las cuerdas de un arpa/ vuelve taciturno el día/ pero lo llena de luces/ suspendidas de la nada/ y va bajando del cielo/ con ese aroma que envuelve/ de la campiña hasta el alma/// si cae en la madrugada/ irremediablemente/ me despierta alborotada/ pero me manda a dormir/ cuando besa suavecito/ el cristal de la ventana/// (Dagor)
No es el hombre por hombre superior más que a la sombra de sus propios pasos, muchas veces el hombre es un payaso que ríe entre sus ganas de llorar. No es el hombre el señor del universo, sólo es grano de arena en playa vieja, sólo es hueso fugaz, tímida queja que aprende lentamente a caminar. No es el hombre inmortal, no es dios ni es vino, el hombre es el camino, no es el norte, invitado temporal del horizonte, lluvia breve, libertad por alcanzar. Dagor