Se pasean a sus anchas entre las cuevas de mi alma y los arbustos del parque. Su rojura enciende mi mirada y su vuelo la apacigua. Son los cardenales de mis ansias que escriben versos apasionados al filo de mi cuaderno, al centro de mi pecho. Dagor
No es el hombre por hombre superior más que a la sombra de sus propios pasos, muchas veces el hombre es un payaso que ríe entre sus ganas de llorar. No es el hombre el señor del universo, sólo es grano de arena en playa vieja, sólo es hueso fugaz, tímida queja que aprende lentamente a caminar. No es el hombre inmortal, no es dios ni es vino, el hombre es el camino, no es el norte, invitado temporal del horizonte, lluvia breve, libertad por alcanzar. Dagor