Es domingo, desfilan por mi mente los vestidos de la niñez y las cintas multicolores correteando por el parque. El cielo se abría como en un conjuro de intensidad al paso del astro rey. Las risas de mis hermanos, la mirada amorosa de mi padre, el helado de frutilla rebosante de ternura, humedecen mis lentes de contacto. Las flores bailaban ante nuestros ojos, el pavimento crujía de calor, de emoción./// Al borde de los jardines se apostaba el canguilero, viejo contador de historias nunca comprobadas. En la pista del centro los patines chocaban, los moretones se multiplicaban, las madres corrían al encuentro de sus hijos./// Los domingos del ayer son una suerte de rosario en el que cada cuenta es uno de mis hermanos, de mis primos cercanos./// Hoy el parque sigue ahí, y mi corazón de la infancia mora atrapado a voluntad en uno de sus árboles. Yo en cambio vivo acá, en este mundo de presentes y recuerdos, como entre dos orillas, nadando en el lago de las ilusiones compartidas. Otros dom...
No es el hombre por hombre superior más que a la sombra de sus propios pasos, muchas veces el hombre es un payaso que ríe entre sus ganas de llorar. No es el hombre el señor del universo, sólo es grano de arena en playa vieja, sólo es hueso fugaz, tímida queja que aprende lentamente a caminar. No es el hombre inmortal, no es dios ni es vino, el hombre es el camino, no es el norte, invitado temporal del horizonte, lluvia breve, libertad por alcanzar. Dagor