ROSA CARMELA TRIVIÑO y TRIVIÑO Hoy es el día en que nuestra familia celebra el paso por la vida de un ser único, quien nos marcó con la magia de su perfume natural como si fuera una flor que nos legara su esencia cuando nos acariciaba con ternura. Mujer de fe inquebrantable, de humildad insuperable. Mujer justa, discreta, honesta, ordenada, amiga de todos, protectora de todas las plantas, de todos los animales. Mujer que ejerció la frugalidad casi como una santa, mujer de avanzada que vivió el minimalismo sin proponérselo, mujer independiente, trabajadora, sin poses, que consagró su existencia a servir a los demás con auténtica alegría. Mujer que madrugaba a repartir su energía entre quienes más la necesitaran, mujer de manos cálidas que abrazaba con la mirada. Este ser humano de corazón gigante y cuerpo menudito fue nuestra abuela, ROSA CARMELA TRIVIÑO Y TRIVIÑO. Casi llegó a completar cien velas en su pastel pero la magia de su ternura era necesaria en otra dimensión. Y una noche ...
No es el hombre por hombre superior más que a la sombra de sus propios pasos, muchas veces el hombre es un payaso que ríe entre sus ganas de llorar. No es el hombre el señor del universo, sólo es grano de arena en playa vieja, sólo es hueso fugaz, tímida queja que aprende lentamente a caminar. No es el hombre inmortal, no es dios ni es vino, el hombre es el camino, no es el norte, invitado temporal del horizonte, lluvia breve, libertad por alcanzar. Dagor