Entre la poesía y la pintura hay un puente de cristal, imaginario y alado que suelo cruzar a diario. Traigo letras hasta el lienzo y él me manda de regreso con colores a mi diario. Mi poesía está sola porque el poeta florece dando espaldas al bullicio y al cabildeo mundano. Llega el pincel con su cesto de color apasionado y me toma de la mano. Lámpara de cien mil tonos, la palabra llueve en versos sobre el llano de mi canto. En mis poemas asoman amaneceres lunáticos, noches de sol candente. Magia dulce, luz bendita, estirando con un trazo los labios de un desahuciado, una sonrisa que crece… y el poema ya es un cuadro! Y por eso pinto! Patricia Velásquez de Mera (Dagor)
No es el hombre por hombre superior más que a la sombra de sus propios pasos, muchas veces el hombre es un payaso que ríe entre sus ganas de llorar. No es el hombre el señor del universo, sólo es grano de arena en playa vieja, sólo es hueso fugaz, tímida queja que aprende lentamente a caminar. No es el hombre inmortal, no es dios ni es vino, el hombre es el camino, no es el norte, invitado temporal del horizonte, lluvia breve, libertad por alcanzar. Dagor