(Foto: "El Funeral" Arte Digital por Patricia Velasquez de Mera, Cherry Hill, 2003) “Hagan seco de gallo. Los que quieran comer, que coman, los que prefieran llorar, que lloren…” Su voz suave y profunda, demasiado suave, demasiado profunda, sonaba no como la del moribundo que dispone los acontecimientos alrededor de sus últimos días, sino como la del próspero hombre de negocios siempre en control de todos los detalles, o como la del ex presidente del Consejo Municipal, la del hacendado entregado a la tierra con pasión, con esa dedicación inquebrantable que aprendió de sus progenitores. Pero sobre todo, era la voz del hombre, el padre, el esposo, el abuelo, que en sabia resignación, esperaba la muerte inminente, necesaria, ineludible. Había batallado con el cáncer por mucho tiempo, todas las estrategias para ganarle la batalla al enemigo se habían desvanecido. Los tratamientos fueron largos y dolorosos, todos parecían haber funcionado por unos días, al cabo de los cuales la en...
No es el hombre por hombre superior más que a la sombra de sus propios pasos, muchas veces el hombre es un payaso que ríe entre sus ganas de llorar. No es el hombre el señor del universo, sólo es grano de arena en playa vieja, sólo es hueso fugaz, tímida queja que aprende lentamente a caminar. No es el hombre inmortal, no es dios ni es vino, el hombre es el camino, no es el norte, invitado temporal del horizonte, lluvia breve, libertad por alcanzar. Dagor