Más allá de su capacidad como narrador el escritor es lo que dice, el cómo lo dice muestra su talento. Pero cuando entre líneas se lee las conclusiones a las que llega el autor, la explicación de un hecho nos da una clara idea de qué clase de ser humano está portando el lápiz. Qué es lo que un escritor descubre nos da la pauta de qué es lo que anda buscando. Y ese es a mi entender el valor singular de un libro de crónicas con el que Rubén Darío Buitrón se convierte en “la conciencia detrás del parabrisas”, siguiéndonos los pasos a los transeúntes aún en las que parecieran las más simples situaciones, descubriendo lo singular de cada cita, de cada gestión, de cada pisada, de cada mirada. “Absurdos Cotidianos” es una búsqueda permanente del alma de las ciudades y pueblos del Ecuador, de sus luces que son los ojos de su gente. Es el encuentro con los demás y con uno mismo, es el perdón, el dolor, el todos los días. Es una pluma ágil que vuelve profundas las cosas más llanas, que se adapta...
No es el hombre por hombre superior más que a la sombra de sus propios pasos, muchas veces el hombre es un payaso que ríe entre sus ganas de llorar. No es el hombre el señor del universo, sólo es grano de arena en playa vieja, sólo es hueso fugaz, tímida queja que aprende lentamente a caminar. No es el hombre inmortal, no es dios ni es vino, el hombre es el camino, no es el norte, invitado temporal del horizonte, lluvia breve, libertad por alcanzar. Dagor