Empinando la nariz por la ventana de la cocina, es fácil sonreír. Detrás del cristal aguarda con majestuosa timidez, como princesa, una pequeña rosa que apenas abre sus pétalos a los besos del sol. Cuando el viento sopla, parece divertirse cual niño en parque infantil, se hamaquea sin prisas saboreando el paisaje, respondiendo como hada a mi mirada absorta. Cuando la lluvia llega, se inclina llena de gracia en dirección al charco que se forma a sus pies… Frente a su silencio sublime, encuentran respuesta las tribulaciones, se visten de luz los espacios grises del pensamiento, se llenan de fe los verdes campos del sentimiento. © Dagor PVV
No es el hombre por hombre superior más que a la sombra de sus propios pasos, muchas veces el hombre es un payaso que ríe entre sus ganas de llorar. No es el hombre el señor del universo, sólo es grano de arena en playa vieja, sólo es hueso fugaz, tímida queja que aprende lentamente a caminar. No es el hombre inmortal, no es dios ni es vino, el hombre es el camino, no es el norte, invitado temporal del horizonte, lluvia breve, libertad por alcanzar. Dagor