MADDOX MATEO Con sus gorjeos bilingues de ave de dos mundos, Maddox le pertenece al norte y al sur por igual, pero también es del este y del oeste, y por supuesto es del centro y de muy adentro de mi corazón y del universo. Pestañea y el cielo se abre ante mis ojos viejos con su mirada pícara y profunda. Su alpiste es multicolor, como el del planeta del futuro. Pero también es dorado como el alimento de las aves preferidas por el sol: los niños. Tesoro de dos culturas es mi nieto, el más pequeñito de los grandes amores de mi vida, que hoy, 14 de enero, cumple su primer año. Año que se lo ha pasado bailando, escudriñando campanas, tratando de ascender cada escalera que se le paraba delante, haciendo ruidos como si fuera un carro de motor poderoso, repitiendo sonidos para dominarlos, o contemplando los árboles por la ventana con apasionado interés. Amante empedernido de su gata y sus dos perros, Maddox pertenece a esa clase de espíritus independientes que eligen sus amigos ...
No es el hombre por hombre superior más que a la sombra de sus propios pasos, muchas veces el hombre es un payaso que ríe entre sus ganas de llorar. No es el hombre el señor del universo, sólo es grano de arena en playa vieja, sólo es hueso fugaz, tímida queja que aprende lentamente a caminar. No es el hombre inmortal, no es dios ni es vino, el hombre es el camino, no es el norte, invitado temporal del horizonte, lluvia breve, libertad por alcanzar. Dagor