Hace unos días me dijo uno de mis hijos “Mami, en mi trabajo todas las personas son buenas”. Me pareció maravilloso que él pudiera trabajar en un ambiente tan positivo. Pero sobre todo me pareció extraordinario que él tuviera un concepto tan generoso sobre los demás, porque me estaba dando la seguridad de su propia bondad. Así, valga la comparación, cuando alguien cree que todo el mundo a su alrededor es capaz de inmoralidades, realmente se pone en evidencia. Siempre vuelvo a esa frase sabia: “todo el mundo juzga por su pecho, el ajeno”. (Dagor)
No es el hombre por hombre superior más que a la sombra de sus propios pasos, muchas veces el hombre es un payaso que ríe entre sus ganas de llorar. No es el hombre el señor del universo, sólo es grano de arena en playa vieja, sólo es hueso fugaz, tímida queja que aprende lentamente a caminar. No es el hombre inmortal, no es dios ni es vino, el hombre es el camino, no es el norte, invitado temporal del horizonte, lluvia breve, libertad por alcanzar. Dagor