ASHEVILLE Asheville Asheville tú que asaltaste mi corazón en dolorosa estampida tú que hiciste un hueco en mi pecho en una noche de otoño que recogiste a mi niño en la calzada desangrado llamándome en secreto agonizando tú Asheville milagrosa lo regresaste a mis brazos madre de mi hijo lo acunaste entre tus senos de pinos gigantes de fresas silvestres en mermelada tierra de paz erigiste un altar de fe en las orillas del Swannanoa en el corazón del coloso Montaña de Crestas Azules bautizaste a Roberto en mi nombre entre el Río Francés y el Lago del Castor le diste un bosque de luna llena para pasar la noche un hospital de esperanza para resucitar del terror en toque de silencio invocaste las voces de los ángeles aguerridos voluntarios de luz que transformaron el vértigo la abrumadora soledad la oscuridad del calendario en un amanecer para trascender para aprender a renacer Ashevill...
No es el hombre por hombre superior más que a la sombra de sus propios pasos, muchas veces el hombre es un payaso que ríe entre sus ganas de llorar. No es el hombre el señor del universo, sólo es grano de arena en playa vieja, sólo es hueso fugaz, tímida queja que aprende lentamente a caminar. No es el hombre inmortal, no es dios ni es vino, el hombre es el camino, no es el norte, invitado temporal del horizonte, lluvia breve, libertad por alcanzar. Dagor