La verdad es que eras diferente, sin pelos en la lengua, a ratos rabioso pero manso como un niño al centro del corazón. Así te recuerdo. Me llamabas la atención por mi timidez y más de una vez me dijiste que de seguir así, no iba a poder disfrutar de los privilegios de la intelectualidad. Pero el mundo de los intelectuales es uno imaginario, te lo repetí incansablemente, y en esta noche en que sé que me lees, te lo digo una vez más. Es probable que ahora estemos de acuerdo. Te vas con los lentes puestos sobre los ojos del alma, empinando la nariz en busca de senderos que huelan a tinta añeja. En otra vida, debes haber sido un escribano de tiempos mejores tratando de recuperar manuscritos iluminados, de completar papiros inconclusos, porque de manera natural te auto declaraste Bibliotecario y cuidaste prolijamente cada obra en tus manos, pero no desvirtuaste el sentido esencial de la Bibliotecología, cual es el de la diseminación de la información bibliográfica. Te entregaste a la difus...
No es el hombre por hombre superior más que a la sombra de sus propios pasos, muchas veces el hombre es un payaso que ríe entre sus ganas de llorar. No es el hombre el señor del universo, sólo es grano de arena en playa vieja, sólo es hueso fugaz, tímida queja que aprende lentamente a caminar. No es el hombre inmortal, no es dios ni es vino, el hombre es el camino, no es el norte, invitado temporal del horizonte, lluvia breve, libertad por alcanzar. Dagor