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Mostrando entradas de marzo, 2012

OLD HOUSE

old house al pie de algún jardín se desvanece el sueño la escena se torna ajena cuando una nueva familia toma posesión de las ventanas al final las calles que habitamos caben en un renglón y se volvieron palabras referencias cruzadas semáforo en la esquina parque a la derecha el ladrido de un perro salidas al mercado el tren pasaba y pasaba pero no comprendíamos que nosotros también nos íbamos alejando cada vez que pitaba el agua corría bajo el puente y nosotros por encima hacíamos lo mismo pero no lo entendíamos comprábamos libros para matar el tiempo y el tiempo nos estaba aniquilando la historia larga parecía eterna las flores en verdad se marchitaron la vajilla de la abuela apenas un adorno de precio incalculable medita en las vitrinas cuenta los años callando sobre la mesa bosteza sin prisa el candelabro que iluminara un día navidades y cumpleaños el mantel no necesita cambio tu silla y mi silla las fotos del velador las puertas que ya no se abren las copas que no se llenan las ri
ahora cuando paseo por el parque invernal de tu mirada triste quisiera que entabláramos un diálogo risueño de historias macanudas y cuentos extraordinarios al más puro estilo de Mauro cruzas por muelles nostálgicos con las manos enlazadas escrutando rostros buscando una señal algún pasado y del bosque frondoso de los miles de folios de retos y contiendas que fuiste atesorando en tu cerebro luciérnagas de luz salta un relato que no esconde tu pasión tu privilegio: el fútbol y vuelves a tu mutismo como si te remontaras a un campeonato mundial que otros hemos olvidado la vida nos pone candados nos roba el bastón nos arrebata cuartillas horarios partidos torneos belleza material pero no borra lo actuado la vida es como ese diario de la ciudad que habitamos se desvanece en papel pero su contenido queda siempre levitando tu obra es monumental como un estadio de pie archivos inmaculados repletos interminables goles indelebles que no los destruye el tiempo ni el peso de algún quebranto salud H

AMANTES DE SUMPA

ella era breve como esas flores tímidas bañándose sin luz sobre los campos mágicos nunca antes depilados y aunque vivía sepultada en profunda oscuridad él la miraba extasiado él era fuerte y romántico como un tamarindo frondoso que no abandona a su viuda mientras ella se pasea llorando su soledad habitaban aislados un mundo milenario donde el alimento diario era el amar por amar del vientre de ella subía una estela de incienso que olía a joyas del mar sus ojos ya no estaban en su lugar las cuencas profundas de su espíritu serenas habitaban él la acunaba sin tiempo en la alcoba subterránea tejida a punta de semen de restos de caracoles lazos de escamas antiguas fuego de piedras sin par allí después de miles de años entre espejitos de nácar peinaba sus cabellos lacios lavaba su cara con tierra paraba el tiempo en sus brazos habitando por siempre en su regazo allí donde nada los quemaba los despertaba los perturbaba jugaban entre raíces de ceibos encantados y en las esquinas secretas don
Hoy el amanecer fue diferente. Abrí los ojos a miles de millas de distancia de mi casa y lo primero que hice fue recordar el año pasado cuando parte de la gallada llegó desde Ecuador a Raleigh para celebrar sin bombos pero con platillos, mi entrada formal al mundo de los viejos: mis sesenta!!! Anoche nevaba en Portland, el frío se colaba por los rincones del abrigo, la gente caminaba encogida, los árboles se vestían de melena cana. Hoy, el día está soleado. Cuántas cosas han cambiado en estos 365 días con sus noches. Cuántas vivencias han quedado atrás. Hasta la casa se va quedando vacía… Cuántos amigos partieron, cuántos poemas nacieron; entre ellos Emily y Elizabeth. Cuántas penas se superaron, cuántos libros se escribieron; libros virtuales, tangibles, libros de vida. Lo bueno de estar viejos es que apreciamos el tiempo y que nos vamos quedando “sin pelos en la lengua”; que contamos los pasos, que hemos olvidado los malos recuerdos, que cuidamos las muelas; que todo lo vemos mejor,
vamos a pretender que no hay tristeza que la ventana soleada es el ojo del alma que la cortina de episodios grises es un telón a punto de subir una obra por reestrenarse un aplauso sin estruendos una mágica llovizna de luciérnagas dejándose caer a cuentagotas sobre un bosque petrificado de pinos y eucaliptos que nunca perdieron su aroma Dagor PVV
Los nobles de corazón hacen maravillas cuando ostentan el poder mientras que los débiles de espíritu hacen barbaridades en las mismas circunstancias. Lástima que los primeros nunca son mayoría. (Dagor)