mi cielo siempre parece como una colcha de parches retazos de GUAYAQUIL cosidos con piel de iguana cual luces de Cristo Rey iluminan mi ventana itinerario del retorno pasaporte que levanta trineos de papel entre nubes de mermelada mangos rodando traviesos escaleras enceradas GUAYAQUIL yo no estoy sola miles ansían volver a dejarse acariciar por tus manos encantadas GUAYAQUIL la luna que me diste vela mis madrugadas tus muelles tienden mi cama sueño contigo La Rotonda SIN Bolívar El Parque del Centenario El Malecón y las plazas los puentes y las miradas de los hombres y mujeres que le dan cuerpo a la historia mi ciudad de ayer y hoy bancos de La Inmaculada libre como el río corres por mis venas y palabras aunque han pasado los años este amor nunca descansa la distancia se alimenta con nostalgia de empanadas el bus llegando al colegio escuela de la constancia el pañuelo de guerrero los manteles que se visten del color de la bandera en las mesas de mi casa donde los pasillos besan ...
No es el hombre por hombre superior más que a la sombra de sus propios pasos, muchas veces el hombre es un payaso que ríe entre sus ganas de llorar. No es el hombre el señor del universo, sólo es grano de arena en playa vieja, sólo es hueso fugaz, tímida queja que aprende lentamente a caminar. No es el hombre inmortal, no es dios ni es vino, el hombre es el camino, no es el norte, invitado temporal del horizonte, lluvia breve, libertad por alcanzar. Dagor