A CHINTO
Desde la montaña de la nostalgia, te escribo esta carta. Las voces entrañables de seres queridos, recorren ya sin prisas el río imaginario que llamamos más allá. Hoy te sumaste a ellas y desde este pináculo de incertidumbres, de pérdidas y ganancias en anárquico equilibrio, desde este saco repleto de insuperables vivencias del ayer, trato sin éxito de hilvanar la razón de tu inesperada ausencia.
Pero las razones son sólo argumentos falsos cuando la pena es más grande que el verbo. Por eso hoy, las palabras no bastan. Y por eso hoy quiero dejarte este silencio…
Te fuiste antes de tiempo… Y mira que no pregunto por qué. Prefiero repasar el pasado. La prisa no era piedra en el zapato… Lo recuerdas?
la juventud era el derroche de energía
las causas nobles
suerte de comodato
que nos gastamos alegres
sin pensar en el contrato con la vida
soplo veloz
suprema oportunidad
milagro tras milagro
Hoy este dialelo es sólo un remedo de lágrima, una despedida tierna, beso tibio en la frente del hermano.
Chinto, abrázate a mi verso y a mi duelo, sigue con tu risa de muchacho repicando en el templo de la amistad impecable que erigimos y que seguirá vigente más allá de las formas, del tiempo y del espacio.
Amén
© Patricia Velásquez de Mera
Desde la montaña de la nostalgia, te escribo esta carta. Las voces entrañables de seres queridos, recorren ya sin prisas el río imaginario que llamamos más allá. Hoy te sumaste a ellas y desde este pináculo de incertidumbres, de pérdidas y ganancias en anárquico equilibrio, desde este saco repleto de insuperables vivencias del ayer, trato sin éxito de hilvanar la razón de tu inesperada ausencia.
Pero las razones son sólo argumentos falsos cuando la pena es más grande que el verbo. Por eso hoy, las palabras no bastan. Y por eso hoy quiero dejarte este silencio…
Te fuiste antes de tiempo… Y mira que no pregunto por qué. Prefiero repasar el pasado. La prisa no era piedra en el zapato… Lo recuerdas?
la juventud era el derroche de energía
las causas nobles
suerte de comodato
que nos gastamos alegres
sin pensar en el contrato con la vida
soplo veloz
suprema oportunidad
milagro tras milagro
Hoy este dialelo es sólo un remedo de lágrima, una despedida tierna, beso tibio en la frente del hermano.
Chinto, abrázate a mi verso y a mi duelo, sigue con tu risa de muchacho repicando en el templo de la amistad impecable que erigimos y que seguirá vigente más allá de las formas, del tiempo y del espacio.
Amén
© Patricia Velásquez de Mera
Comentarios
El Hombre no es el hombre por hombre superior...
y sentir deseos de seguir leyendo, antes le busque...pero hoy volví a escribir su nombre y llegue a este encantador lugar su blog...
Gracias por sus poemas, sus palabras, sus sentimientos....
Y deseando seguir visitándola y leer sus escritos, sus poemas, y disfrutar de sus oleos.
Saludos cordiales...
Patricia