Desde la belleza gris de tus barrios marginales, los rascacielos lejanos parece que se besaran con las nubes en el aire. Y desde el cerro Santa Ana, eres mosaico de casas multicolores que vibran arrimadas una a otra, a orillas del río Guayas. Desde los edificios, Guayaquil, niña con canas, te ves inmensa, intensa, tocando con manos de hada el infinito pañuelo de mis añoranzas. Mestiza de verbo y raza, candente como tus plazas, te derrites al medio día y de noche te repones entre hechizos de luciérnagas y brujerías de ranas. Tu voz es la voz del agua. Y del coro de manglares y de esteros del pasado, se escucha un largo gemido, como un eco de nostalgia, de conchas llenas de nácar que perdieron su morada.
En tiempo de carnaval ruedan lágrimas del cielo, la calle plagada de baches semeja un mapa de lagos,cristales como espejos cuando el sol los ilumina, hoteles para grillos cuando la luna los caza.
En época de verano, los niños con zapatos nuevos suben al bus y el bullicio acaricia la mañana; la escuelita los espera, todos vestidos de blanco peleando por una ventana; la esperanza está en sus manos, la alegría está en sus caras.
A su paso los saludan las casas de Guayaquil, esas de madera añeja oliendo a secretos viejos, a recetas de cocina, a canción de JJ, a romances y empanadas. Y sus portales son páginas del libro de la ciudad; su colofón, la nostalgia. Cada paso alguna historia, cada vida es un tesoro que transitó por la sombra y por la luz de esa morada.
Pero hoy es tu día de cumpleaños, en los barrios las guirnaldas se cruzan de poste a poste como señales de júbilo, como canto de pujanza. El calor hace lo suyo, los varones estrenan camisas, las niñas falditas altas. Las calles se vuelven estrechas, todo el mundo está de farra, los vehículos circulan lentamente, los conductores se saludan con palabras no tan santas. En los balcones banderas, en las aceras urracas. El desfile, las comparsas, las ferias y este corazón que no deja de latir ilusionado, rendido a tus pies, desde tan lejos, cantando tus himnos que se multiplican como tus hijos y tus ventanas .
Guayaquil, vivo tu magia, ni el tiempo ni la distancia han arrancado de mi alma la esencia de aquella infancia corriendo como iguana por tus parques encantados, ni la magia de la juventud entre tus faldas. Contigo encontré el amor y fui madre entre tus sábanas. Contigo el recuerdo es azul y sus encajes son blancos. Contigo quiero vivir sin violencia ni temores, sin que nos callen las voces, sin que nos roben palabras, sin que nos aten las manos y registren nuestras pisadas, sin que humillen tus hazañas . En tu corazón habitan enterrados con orgullo mi padre y mis tres hermanas, mis padrinos, mis abuelos, mis maestros, mis vecinos y mis panas. Contigo quiero ser libre, volver al río y besarlo, bailar descalza en su orilla, morir contigo, abrazada, Guayaquil, independiente, emancipada. Eso quiero!
© Dagor PVV
En tiempo de carnaval ruedan lágrimas del cielo, la calle plagada de baches semeja un mapa de lagos,cristales como espejos cuando el sol los ilumina, hoteles para grillos cuando la luna los caza.
En época de verano, los niños con zapatos nuevos suben al bus y el bullicio acaricia la mañana; la escuelita los espera, todos vestidos de blanco peleando por una ventana; la esperanza está en sus manos, la alegría está en sus caras.
A su paso los saludan las casas de Guayaquil, esas de madera añeja oliendo a secretos viejos, a recetas de cocina, a canción de JJ, a romances y empanadas. Y sus portales son páginas del libro de la ciudad; su colofón, la nostalgia. Cada paso alguna historia, cada vida es un tesoro que transitó por la sombra y por la luz de esa morada.
Pero hoy es tu día de cumpleaños, en los barrios las guirnaldas se cruzan de poste a poste como señales de júbilo, como canto de pujanza. El calor hace lo suyo, los varones estrenan camisas, las niñas falditas altas. Las calles se vuelven estrechas, todo el mundo está de farra, los vehículos circulan lentamente, los conductores se saludan con palabras no tan santas. En los balcones banderas, en las aceras urracas. El desfile, las comparsas, las ferias y este corazón que no deja de latir ilusionado, rendido a tus pies, desde tan lejos, cantando tus himnos que se multiplican como tus hijos y tus ventanas .
Guayaquil, vivo tu magia, ni el tiempo ni la distancia han arrancado de mi alma la esencia de aquella infancia corriendo como iguana por tus parques encantados, ni la magia de la juventud entre tus faldas. Contigo encontré el amor y fui madre entre tus sábanas. Contigo el recuerdo es azul y sus encajes son blancos. Contigo quiero vivir sin violencia ni temores, sin que nos callen las voces, sin que nos roben palabras, sin que nos aten las manos y registren nuestras pisadas, sin que humillen tus hazañas . En tu corazón habitan enterrados con orgullo mi padre y mis tres hermanas, mis padrinos, mis abuelos, mis maestros, mis vecinos y mis panas. Contigo quiero ser libre, volver al río y besarlo, bailar descalza en su orilla, morir contigo, abrazada, Guayaquil, independiente, emancipada. Eso quiero!
© Dagor PVV
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