CARLITO
Y entonces llegó el verano con sus soles caniculares. Todo se puso tibio, el asfalto, la coca cola, la bicicleta, la voz de la abuela. Hasta el perro calentaba a temperaturas insospechadas y las paredes parecían derretirse. Las hormigas las escalaban como si fueran cuestas empinadas.
El paisaje yermo, desnudo de pescadores, resplandecía frente a la ventana como cuadro impresionista a punto de diluirse.
El mar parecía vacío y las nubes habían anidado en la memoria para mantenerse frescas.
Paradójicamente, una tarde de viernes el pueblo se llenó por completo. Los turistas agotados y sudorosos lucían felices mientras descargaban sus coches repletos de cobijas, almohadas, comida, mucha comida y licor, demasiado licor.
Y entonces el aire se volvió loco porque en los carros también llegaron los radios yla música tropical que luego fue escuchada en cada casa, en cada cuarto, en cada rincón del pueblo, muchas veces hasta el amanecer.
Había un beodo que desde alguna cantina cantaba a todo pecho “eres linda y hechicera como el candor de una rosa…”. Pero el problema era que solamente se sabía esa parte de la canción y para colmos la repetía toda la noche. Felizmente lo hacía en fines de semana, caso contrario hubiera tenido que mudarme a la ciudad más lejana en el mapa para protegerme de sus gritos destemplados. Aunque a decir verdad todas esas “ciudades”, ni siquiera el mapa las mencionaba, a pesar de ser tan populares.
Yo vivía en Carlito, bueno, así le llamaban al pueblo en el que no nací.
Insistentemente, me preguntaba por qué tomaban bebidas alcohólicas los divertidos e inagotables amantes del verano, si la temperatura era tan alta. Otra de las preguntas que me formulaba, era para qué llevaban colchas a un lugar tan caliente. Y una noche en que me armé de valor y salí a buscar respuestas y a conocer al beodo para cantarle en la oreja el resto de la canción, cayó una lluvia intensa y un relámpago furioso me despertó abruptamente.
(a) Dagor PVV
Hace un cuarto de siglo Eddie Chiang Espinoza ya estaba cantando… Empezó a hacerlo hace cincuenta años, en el vientre materno. La adolescencia lo sorprendió abrazado apasionadamente a una guitarra. Una de las voces más exquisitas de la música popular en el Ecuador, Eddie se compenetró con su destino de cantante desde muy joven, comprendió que la tarea no sería fácil pero sería hermosa, supo que con su voz podía encarnar al poeta, al compositor y aportar con su interpretación impecable para formar un trío de un sólo hombre, una amalgama de técnica, ternura y pasión con la cual llegaría a tocar el alma de todo el que haya tenido el privilegio de escucharlo. El título de su primer long play "INTIMIDAD" sin duda marcó su trayectoria Su canto es siempre íntimo, se le hace fácil llegar por el oído al corazón del público. Su voz fluye naturalmente, como cuando el pintor se para frente al lienzo y las imágenes empiezan a plasmarse solas, a cobrar sentido, a tener una razón de ser s...
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