Muchos piensan que la violencia se divide en dos, la real y la ficticia. Millones se divierten a diario leyendo libros de mentes sanguinarias, o se deleitan en la contemplación de películas diabólicas. Los grandes ídolos de barro son esos productores y directores de cine, a quienes les hemos llenado los bolsillos de poder y dinero por atacarnos sin tregua con sus historias torcidas, cuyo desenlace siempre tiene que ver más con la fuerza que con la razón. Uno de los primeros regalos que recibe un hijo varón es una pistola de juguete. Hay tantos que creen que una guerra, cualquier guerra, con el pretexto que fuere, es justa y hasta necesaria. Nos hemos acostumbrado a desayunar, almorzar y cenar con el sonido ensordecedor de matanzas y explosiones, que la televisión nos brinda al granel. Qué caro está pagando el hombre estos errores. Con qué ejemplo y con qué derecho podemos enseñarles a nuestros hijos y nietos la palabra paz? Si nunca la hemos entendido, si languidece, si cae en desuso día a día, al calor de la indiferencia y la complicidad del género humano.
© Dagor PVV
Hace un cuarto de siglo Eddie Chiang Espinoza ya estaba cantando… Empezó a hacerlo hace cincuenta años, en el vientre materno. La adolescencia lo sorprendió abrazado apasionadamente a una guitarra. Una de las voces más exquisitas de la música popular en el Ecuador, Eddie se compenetró con su destino de cantante desde muy joven, comprendió que la tarea no sería fácil pero sería hermosa, supo que con su voz podía encarnar al poeta, al compositor y aportar con su interpretación impecable para formar un trío de un sólo hombre, una amalgama de técnica, ternura y pasión con la cual llegaría a tocar el alma de todo el que haya tenido el privilegio de escucharlo. El título de su primer long play "INTIMIDAD" sin duda marcó su trayectoria Su canto es siempre íntimo, se le hace fácil llegar por el oído al corazón del público. Su voz fluye naturalmente, como cuando el pintor se para frente al lienzo y las imágenes empiezan a plasmarse solas, a cobrar sentido, a tener una razón de ser s...
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