Muchos piensan que la violencia se divide en dos, la real y la ficticia. Millones se divierten a diario leyendo libros de mentes sanguinarias, o se deleitan en la contemplación de películas diabólicas. Los grandes ídolos de barro son esos productores y directores de cine, a quienes les hemos llenado los bolsillos de poder y dinero por atacarnos sin tregua con sus historias torcidas, cuyo desenlace siempre tiene que ver más con la fuerza que con la razón. Uno de los primeros regalos que recibe un hijo varón es una pistola de juguete. Hay tantos que creen que una guerra, cualquier guerra, con el pretexto que fuere, es justa y hasta necesaria. Nos hemos acostumbrado a desayunar, almorzar y cenar con el sonido ensordecedor de matanzas y explosiones, que la televisión nos brinda al granel. Qué caro está pagando el hombre estos errores. Con qué ejemplo y con qué derecho podemos enseñarles a nuestros hijos y nietos la palabra paz? Si nunca la hemos entendido, si languidece, si cae en desuso día a día, al calor de la indiferencia y la complicidad del género humano.
© Dagor PVV
Las voces del viento abrazan tu silencio, Madre. Tus plantas languidecen porque son prolongación de los dedos de tus manos y de tu ternura. Los retratos de los abuelos no disimulan su alegría ante tu llegada al cielo, que ellos ya habitaban. Un vehículo amarillo esperaba en silencio en el umbral del hastío para transportarte en marcha triunfal hacia la cima de la libertad. Tu nave con el escudo del Barcelona, no tuvo más luces que las estrictamente necesarias, las suficientes para no perderse entre las nubes de la atmósfera en el camino a la eternidad, porque de tu sencillez, no cabía esperar faros halógenos que pretendieran competir con las estrellas. Te has ido en mayo, mes de la Virgen a la que tanto amaste y bajo cuyo manto te cobijaste en momentos de duda y de dolor. Ojalá fuera posible que cambiaras de parecer y retornaras a seguir gozando del amor incondicional de Muñeca, tu lazarillo, tu perrita fiel, y para poder nosotros regodearnos en el privilegio sin par de escuchar tus ...
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