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No debemos oponernos a un gobierno y descalificarlo en todo lo que hace por el simple hecho de que nuestro candidato haya perdido las elecciones, eso demuestra falta de respeto a la decisión popular, revanchismo, resentimiento, inmadurez. El Ecuador está considerado un país con altos niveles de corrupción, y el voto refleja que el pueblo cree que no es así. El pueblo cree que hay que darle para la “cola” al que cumple su deber asistiéndolo detrás de una ventanilla pública. El pueblo cree que un presidente es el que le da el dinero en un bono; que un médico en un hospital público, privado o de caridad, le está haciendo un favor al atenderlo. Un hombre o mujer del pueblo cree que si se lo trata con respeto, es porque buscamos un servicio de su parte. Así de trastocados están los valores, y así ha votado el ecuatoriano. Ha respondido multitudinariamente al insulto, ha respaldado la metida de mano y brazo a la justicia, al silencio ante delitos flagrantes y otros comprobados. También ha reaccionado ante un bono de cincuenta dólares propuesto por un candidato de oposición, y a la construcción de carreteras. Lamentable realidad que no es nueva, que es casi ancestral si recordamos que con escasísimas excepciones, esa ha sido la situación del país desde el nacimiento de la República. No se trata de que un gobierno sea de izquierda o de derecha, estas dos palabras casi las hemos convertido en sinónimos. En qué país del mundo existe una diferencia abismal entre el estilo de vida del gobernante y el gobernado? Queremos un ejemplo? Cuba! Cuál gobierno construye un hospital súper moderno en otra nación para albergar a su presidente, pero devalúa la moneda y le importa un bledo la salud y la vida de los conciudadanos en el propio? Venezuela! Busquemos otros ejemplos: Chile, con el mandatario actual, de derecha radical, ha provocado gran retroceso en todos los sentidos, mientras que Bachelet, de tendencia izquierdista, se supo ganar el respeto de su pueblo y de todo el planeta, por practicar sus valores a su paso por el poder, por gobernar para todos con honestidad y sin abusos. Es el humanismo de un líder y de su equipo, lo que hace la diferencia. Si el Capitalismo permite el enriquecimiento desmedido de los individuos, el Socialismo lo permite en mayor medida, dependiendo de quién esté a la cabeza de un gobierno. Hay que oponerse a las malas acciones de los individuos y de los representantes del estado sin importar su “tendencia”. Hay que combatir cualquier tipo de abuso de autoridad, hay que denunciar el palanqueo, el enriquecimiento ilícito, la práctica de “soluciones” mañosas, el entreguismo, el paternalismo, el conformismo, la violencia verbal y física, el secuestro de la justicia, de la libertad, de las ideas, del derecho a expresarse y actuar. Pero no sólo hay que hacerlo ahora, es menester que se nos vuelva costumbre exigir decencia y transparencia a todo gobierno. Y es imprescindible que todos los ciudadanos prediquemos con el ejemplo. Por último, hay que aceptar con humildad y entereza el marcador en el partido jugado el día 17, en el que los grandes protagonistas en la cancha, fueron todos los ecuatorianos habilitados para votar. Sea cual fuere la razón por la que favorecieron al equipo gobernante, la goleada requiere que nos sentemos a pensar en el futuro, no en términos económicos; en términos morales! Patricia Velásquez de Mera

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