He vuelto a merodear el barrio de mi cuaderno, solitario empedernido que me enamora risueño con sus páginas marchitas pero siempre florecidas como ventanas de cuento. He regresado al rincón en donde sueño, en donde ninguna ley me limita el pensamiento. He vuelto a gritarle al espejo a manera de ensayo, que no voy a permitir que me opriman los arrestos. He vuelto por tu ternura, por el eco de tu voz en mi amuleto. He vuelto a compartir contigo este momento supremo, en el que camina el verso como luciérnaga en velo, a punto de encontrar un hueco para volar y volar, sin miedo, sin tiempo, hasta escribir en el cielo la palabra libertad!
© Dagor
Las voces del viento abrazan tu silencio, Madre. Tus plantas languidecen porque son prolongación de los dedos de tus manos y de tu ternura. Los retratos de los abuelos no disimulan su alegría ante tu llegada al cielo, que ellos ya habitaban. Un vehículo amarillo esperaba en silencio en el umbral del hastío para transportarte en marcha triunfal hacia la cima de la libertad. Tu nave con el escudo del Barcelona, no tuvo más luces que las estrictamente necesarias, las suficientes para no perderse entre las nubes de la atmósfera en el camino a la eternidad, porque de tu sencillez, no cabía esperar faros halógenos que pretendieran competir con las estrellas. Te has ido en mayo, mes de la Virgen a la que tanto amaste y bajo cuyo manto te cobijaste en momentos de duda y de dolor. Ojalá fuera posible que cambiaras de parecer y retornaras a seguir gozando del amor incondicional de Muñeca, tu lazarillo, tu perrita fiel, y para poder nosotros regodearnos en el privilegio sin par de escuchar tus ...
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