Ella es de todos aunque a nadie le pertenece. La sentimos tan cerca pero habita tan lejos. Nos enamora con su luz a pesar de que si no fuera por el sol, no podríamos verla. Es decir que de lo que le prestan, le queda para compartir con el mundo entero. Se multiplica, se divide, se suma, se resta, sin tener nada y sin pedir nada a cambio. Es la luna…
De cualquier manera, se las arregla para brillar aunque sea en nuestros sueños y canciones, porque aunque algunas noches no llega a la cita, sabe que la buscamos, que le escribimos versos, que la sentimos palpitante al pie de nuestra ventana; de todas las ventanas.
Los coyotes le gritan que baje, los búhos se juran amor bajo sus rayos platinados, los amantes le cuentan sus secretos. Y es nuestro mayor anhelo poder alcanzarla cuando al fin nos despojemos de nuestro traje terrenal. Con seguridad, habrá fuego encendido en la chimenea de alguno de sus cráteres, para entibiarnos las manos cuando lleguemos del largo viaje.
Linterna universal es la luna, faro que ilumina lo imposible, rostro brillante en la oscuridad de lo intangible, romántica empedernida, triste y alegre a la vez. Amiga solidaria, políglota que escucha con atención todos los lamentos, que comprende todas las penurias, que llora con todos, que conoce los techos de todas las casas, de todas las cuevas, de todas las copas de los árboles. Faro incandescente que hace juego con todos los colores, bailarina mágica que vibra con todos los ritmos.
Luna que te escondes entre los helechos, que brincas de paisaje en paisaje, de cuadro en cuadro, de estación en estación, de canción en canción, sin perder tu gracia. Luna sutil que acaricias el agua como ninguna sirena puede hacerlo. Que te besas con las montañas, que recorres palmo a palmo todas las orillas de todos los rincones del planeta. Omnipresente, abrazadora, fiel; desde el valle de la soledad yo te saludo, Luna eterna!
Dagor
Hace un cuarto de siglo Eddie Chiang Espinoza ya estaba cantando… Empezó a hacerlo hace cincuenta años, en el vientre materno. La adolescencia lo sorprendió abrazado apasionadamente a una guitarra. Una de las voces más exquisitas de la música popular en el Ecuador, Eddie se compenetró con su destino de cantante desde muy joven, comprendió que la tarea no sería fácil pero sería hermosa, supo que con su voz podía encarnar al poeta, al compositor y aportar con su interpretación impecable para formar un trío de un sólo hombre, una amalgama de técnica, ternura y pasión con la cual llegaría a tocar el alma de todo el que haya tenido el privilegio de escucharlo. El título de su primer long play "INTIMIDAD" sin duda marcó su trayectoria Su canto es siempre íntimo, se le hace fácil llegar por el oído al corazón del público. Su voz fluye naturalmente, como cuando el pintor se para frente al lienzo y las imágenes empiezan a plasmarse solas, a cobrar sentido, a tener una razón de ser s...
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