El circo se extiende. La terrible situación que vive el país en manos del correismo, ha desencadenado una fiebre de héroes y heroínas cibernéticos, que ponen en peligro cualquier esfuerzo del sector serio de la oposición, por salvar al Ecuador de la tiranía y la cubanización. Los comentarios soeces, discriminatorios y muchas veces perversos, en contra de la administración de turno y los funcionarios públicos, sólo logran traer a la memoria las peroratas interminables, tediosas y ofensivas de los sábados. Es indignante, sí, que quien debiera ser ejemplo de cordura y conciliación, sea quien propicie el caos. Pero si de algo se puede sentir satisfecho el nuevo regente de Epiclachima, es de haber sembrado esa guerra verbal letal entre adversarios y seguidores de sus ideas.
A veces pareciera que los que participan en esta "insultadera" de baja ralea, esconden junto a sus ordenadores, cuchillos, agujas, pistolas, tijeras invisibles con las que atacan sin compasión y por ignorancia a todo aquel que no les otorgue la razón.
Pero ojo, soldados de viento, mientras ustedes juegan viciosamente con la palabra, el pulpo de la dictadura les oprime a toda velocidad el cuello a los demás compatriotas y a ustedes también, aunque se crean libres por vociferar cosas sin sentido. La libertad es mucho más que la capacidad verbal para pretender demoler a alguien con frases hirientes. La libertad es un derecho fundamental que nos da la vida. No tenemos dueño, los monarcas son errores del pasado enterrado. Y cualquier fanático encaramado en el poder, no nos puede cambiar el rumbo de la historia. Pero para enfrentar a un fanático hay que actuar con astucia y con cautela, no visceralmente.
La declaración de los alcaldes reunidos en Guaranda constituye un gran paso en la reconquista de todos los derechos que los actuales ocupantes de Carondelet y futuros conquistadores de Epiclachima, nos han arrebatado. Que no nos ciegue la frustración porque el acuerdo alcanzado por los alcaldes no fue uno beligerante. Los puntos de la declaración son claros y precisos. Y eso era lo procedente. Para defenderlos, tenemos que estar más unidos que nunca y debemos recuperar todos nuestros derechos en un clima de paz y de cordura. Podemos convertirnos en ejemplo a seguir en la región como un país que se sacude de la pestilencia pseudo socialista con altura y respeto entre seres humanos.
Por un Ecuador libre de tiranos transnacionales,
Patricia Velásquez de Mera
ECUATORIANA
A veces pareciera que los que participan en esta "insultadera" de baja ralea, esconden junto a sus ordenadores, cuchillos, agujas, pistolas, tijeras invisibles con las que atacan sin compasión y por ignorancia a todo aquel que no les otorgue la razón.
Pero ojo, soldados de viento, mientras ustedes juegan viciosamente con la palabra, el pulpo de la dictadura les oprime a toda velocidad el cuello a los demás compatriotas y a ustedes también, aunque se crean libres por vociferar cosas sin sentido. La libertad es mucho más que la capacidad verbal para pretender demoler a alguien con frases hirientes. La libertad es un derecho fundamental que nos da la vida. No tenemos dueño, los monarcas son errores del pasado enterrado. Y cualquier fanático encaramado en el poder, no nos puede cambiar el rumbo de la historia. Pero para enfrentar a un fanático hay que actuar con astucia y con cautela, no visceralmente.
La declaración de los alcaldes reunidos en Guaranda constituye un gran paso en la reconquista de todos los derechos que los actuales ocupantes de Carondelet y futuros conquistadores de Epiclachima, nos han arrebatado. Que no nos ciegue la frustración porque el acuerdo alcanzado por los alcaldes no fue uno beligerante. Los puntos de la declaración son claros y precisos. Y eso era lo procedente. Para defenderlos, tenemos que estar más unidos que nunca y debemos recuperar todos nuestros derechos en un clima de paz y de cordura. Podemos convertirnos en ejemplo a seguir en la región como un país que se sacude de la pestilencia pseudo socialista con altura y respeto entre seres humanos.
Por un Ecuador libre de tiranos transnacionales,
Patricia Velásquez de Mera
ECUATORIANA
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