MADDOX MATEO
Con sus gorjeos bilingues de ave de dos mundos, Maddox le pertenece al norte y al sur por igual, pero también es del este y del oeste, y por supuesto es del centro y de muy adentro de mi corazón y del universo. Pestañea y el cielo se abre ante mis ojos viejos con su mirada pícara y profunda. Su alpiste es multicolor, como el del planeta del futuro. Pero también es dorado como el alimento de las aves preferidas por el sol: los niños.
Tesoro de dos culturas es mi nieto, el más pequeñito de los grandes amores de mi vida, que hoy, 14 de enero, cumple su primer año. Año que se lo ha pasado bailando, escudriñando campanas, tratando de ascender cada escalera que se le paraba delante, haciendo ruidos como si fuera un carro de motor poderoso, repitiendo sonidos para dominarlos, o contemplando los árboles por la ventana con apasionado interés.
Amante empedernido de su gata y sus dos perros, Maddox pertenece a esa clase de espíritus independientes que eligen sus amigos peludos y traviesos de manena democrática, para explorar el terreno de juego de igual a igual. Es fácil verlo dormido a milímetros de distancia de un labrador gigante, o compartir su colchita con un chihuahua consentido.
Maddox Mateo llegó en invierno, como si fuera un copo de nieve, y mientras una llovizna fría se deslizaba por las ventanas del hospital, él lanzaba su primer grito de libertad en Spanglish para que los abuelos, que esperábamos afuera de la habitación tomados de las manos, supiéramos que su avión, acababa de aterrizar.
Desconozco si merezco el privilegio de vivir largo tiempo para asumir el reto y el sueño de verlo crecer y disfrutar los réditos de su transparencia, pero me confieso rendida de ternura ante su sonrisa y ante cada uno de sus pasitos y sus descubrimientos.
Anhelo para él una existencia justa. Que no le toque vivir entre espinas de desigualdad y que sepa asumir su libertad y sus credos a pleno pulmón, pero sin olvidar que no hay mayor felicidad que la que trae la libertad compartida y el respeto a todo derecho ajeno.
Me iré a dormir esta noche como todas las noches, con el calor de su manita en la mía, recordando su última visita, avanzando despacito, saltando de ventana en ventana, esperando calladitos la visita de un pajarito, de un conejo, de un venado, de una flor, de una estrella, de una ardilla, de una canción de Elmo.
Te amo Maddox Mateo, tú eres el mejor de los poemas.
Feliz cumpleaños.
Dagor
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