yo vi brotar margaritas de tus manos
te vi contando sus pétalos dorados
tratando de aguantar el tiempo a solas
y el tiempo hizo pedazos tu regazo
te pinchabas los dedos por amor
surciendo nomeolvides y pesares
remendando camisas y fracasos
comprando en el mercado del perdón
los inviernos pasaron por tu barrio
en la casa de tu piel se abrieron paso
el dolor implacable y taciturno
se instaló en el laberinto de tu ocaso
tus cerros de ternura se arrugaron
tu pecho se hizo cóncavo y sombrío
en las convexidades de tu espalda
hicieron su festín las soledades
una tarde cualquiera sin aviso
te cerraste a los recuerdos de la vida
caminando del cuarto a la cocina
sin recordar tu nombre ni tu espacio
en silencio te mirabas al espejo
llorando sin saber por qué lo hacías
te convertiste en péndulo en molino
en ola en abanico en escalera
dejaste de ser tú pero lo eras
niña de ochenta primaveras
sonríes como una quinceañera
como copo de nieve como sol
te entiendes con la lluvia como grillo
gorjeas como pájaro en su nido
platicas con tu propio corazón
más allá del prejuicio y la razón
en la iglesia ya no se oye tu canto
no soplas las velitas del altar
pero de la ventana de tu cuarto
escuchas las campanas repicar
niña de ochenta primaveras
suspendida en la hamaca del hastío
persigues en los surcos de tus manos
mil sueños inconclusos y perdidos...
© Dagor PVV Enero 27, 2011
te vi contando sus pétalos dorados
tratando de aguantar el tiempo a solas
y el tiempo hizo pedazos tu regazo
te pinchabas los dedos por amor
surciendo nomeolvides y pesares
remendando camisas y fracasos
comprando en el mercado del perdón
los inviernos pasaron por tu barrio
en la casa de tu piel se abrieron paso
el dolor implacable y taciturno
se instaló en el laberinto de tu ocaso
tus cerros de ternura se arrugaron
tu pecho se hizo cóncavo y sombrío
en las convexidades de tu espalda
hicieron su festín las soledades
una tarde cualquiera sin aviso
te cerraste a los recuerdos de la vida
caminando del cuarto a la cocina
sin recordar tu nombre ni tu espacio
en silencio te mirabas al espejo
llorando sin saber por qué lo hacías
te convertiste en péndulo en molino
en ola en abanico en escalera
dejaste de ser tú pero lo eras
niña de ochenta primaveras
sonríes como una quinceañera
como copo de nieve como sol
te entiendes con la lluvia como grillo
gorjeas como pájaro en su nido
platicas con tu propio corazón
más allá del prejuicio y la razón
en la iglesia ya no se oye tu canto
no soplas las velitas del altar
pero de la ventana de tu cuarto
escuchas las campanas repicar
niña de ochenta primaveras
suspendida en la hamaca del hastío
persigues en los surcos de tus manos
mil sueños inconclusos y perdidos...
© Dagor PVV Enero 27, 2011
Comentarios