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He recounted the story with the softness that characterizes him. He carefully knitted his words together. “The Sun was chasing me on my way over Les Alpes Maritimes. There will always be magic between the mountains, the Sun and I, therefore, the happiness that I felt that day was not a new one. Little houses aligned a joyful row that illuminated the landscape, but they seemed distant until I came close enough to appreciate their beauty. Then, they looked like music boxes about to unravel. There were hundreds of cars parked on both sides of the road. I walked in a direction driven by instinct and when I made a turn towards an alley, there they were. The whole town was reunited at a food and bric-a-brac fair. The Church shone with its doors open, the colors of the tents of the merchants danced before my eyes, the laughter of men and women spoke of fascinating tales, and the rosy-cheeked toddlers did not stop running around my heart. Everything spoke of a magnificent Sunday morning. I kept rolling slowly until I parked the car in the space that was waiting for me. I opened the window and there you were... The smell of rosemary, lavender, and fresh fruits, invaded my senses, bringing to my memory the unmistakable scent of your hair. I wanted to embrace you at that moment. I walked slowly between buyers and found a bagatelle to place it in your hands upon my return... " (Dagor)

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8002 SYCAMORE

(Foto: "La Laguna" por Patricia Velasquez de Mera. New Orleans, 1998) 8002 Sycamore Llegó apurado, frotándose las manos. Apretaba el periódico del día bajo su brazo izquierdo. En la mano derecha, como de costumbre, llevaba un pan empacado en papel de cera. Hacía frío, pero también como de costumbre, no llevaba calcetines y sus canillas blancas como la nieve relampagueaban entre los mocasines y el pantalón. Depositó el pan sobre la mesa y se sentó de espaldas al salón, frotando sus manos una contra la otra por largo rato. Little Watch (relojito) apareció de algún rincón y moviendo la cola se le pegó a la pierna con familiaridad hasta que se escuchó el grito: Maldita sea! Ya me pasaste el puñado de pulgas. Se levantó agitado, abrió la puerta y Little Watch salió pitando por ella. Volvió sobre sus talones y se dirigió a la chimenea, prendió el fuego sin sacarse el abrigo y se metió en la cocina. Mientras pasaba café leía con interés el diario y tomaba con placer -como si aquello

A Punto de Llorar.

 las voces del tiempo  pululan por mis sienes como si fuera invierno en plena primavera del siglo XXI ahora cuando sueño el viento se detiene sin ruido en la garganta se anuda como puede para no sollozar cuando elevo las manos mariposas cansadas pálidas resecas en contraluz se agitan como pañuelos viejos a punto de volar Dagor

NADA SOY

nada soy  o soy tan poco  como una maceta discreta  que olvidada y solitaria  observa desde la ventana  los transeúntes que pasan  apenas soy en mi estancia  la esquina fortuita de una casa  ubicada en cualquier manzana  poeta desencantada  tomando notas  fotografiando sonrisas con las pupilas cansadas  para poder reflejarlas  entre los versos del alba mientras los zapatos sangran  por calles imaginarias  largas calles no empedradas  plagadas de dolor  de desesperanza  eso soy  o no soy nada  una huida permanente  un paso en el andén constantemente  un atardecer lleno de nubes  sobre la playa de los indolentes  nada soy  o soy tan poco  transparente anacoreta  pintando sobre muros invisibles  los rostros de otros bardos  que no calzan en las listas repetidas  en las alfombras purpúreas  de los mercaderes de la humanidad Dagor  Abril 25, 2023