Hace unos días me dijo uno de mis hijos “Mami, en mi trabajo todas las personas son buenas”. Me pareció maravilloso que él pudiera trabajar en un ambiente tan positivo. Pero sobre todo me pareció extraordinario que él tuviera un concepto tan generoso sobre los demás, porque me estaba dando la seguridad de su propia bondad.
Así, valga la comparación, cuando alguien cree que todo el mundo a su alrededor es capaz de inmoralidades, realmente se pone en evidencia.
Siempre vuelvo a esa frase sabia: “todo el mundo juzga por su pecho, el ajeno”.
(Dagor)
Las voces del viento abrazan tu silencio, Madre. Tus plantas languidecen porque son prolongación de los dedos de tus manos y de tu ternura. Los retratos de los abuelos no disimulan su alegría ante tu llegada al cielo, que ellos ya habitaban. Un vehículo amarillo esperaba en silencio en el umbral del hastío para transportarte en marcha triunfal hacia la cima de la libertad. Tu nave con el escudo del Barcelona, no tuvo más luces que las estrictamente necesarias, las suficientes para no perderse entre las nubes de la atmósfera en el camino a la eternidad, porque de tu sencillez, no cabía esperar faros halógenos que pretendieran competir con las estrellas. Te has ido en mayo, mes de la Virgen a la que tanto amaste y bajo cuyo manto te cobijaste en momentos de duda y de dolor. Ojalá fuera posible que cambiaras de parecer y retornaras a seguir gozando del amor incondicional de Muñeca, tu lazarillo, tu perrita fiel, y para poder nosotros regodearnos en el privilegio sin par de escuchar tus ...
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