A esos que esconden la mano para no compartir el pan del altruismo y del respeto a sus semejantes, a los que juzgan sin saber, sin escuchar; a los que transpiran egolatría y soberbia, que en plena Navidad cierran su puerta y dan la espalda a quienes la necesitan abierta; a aquellos que se blindan detrás de murallas para ignorar el dolor ajeno; a los enfermos de arrogancia y deslealtad, a ellos va dirigida nuestra compasión y nuestra esperanza de que superen su pequeñez, en esta noche de diciembre.
© Dagor PVV
(Foto: "La Laguna" por Patricia Velasquez de Mera. New Orleans, 1998) 8002 Sycamore Llegó apurado, frotándose las manos. Apretaba el periódico del día bajo su brazo izquierdo. En la mano derecha, como de costumbre, llevaba un pan empacado en papel de cera. Hacía frío, pero también como de costumbre, no llevaba calcetines y sus canillas blancas como la nieve relampagueaban entre los mocasines y el pantalón. Depositó el pan sobre la mesa y se sentó de espaldas al salón, frotando sus manos una contra la otra por largo rato. Little Watch (relojito) apareció de algún rincón y moviendo la cola se le pegó a la pierna con familiaridad hasta que se escuchó el grito: Maldita sea! Ya me pasaste el puñado de pulgas. Se levantó agitado, abrió la puerta y Little Watch salió pitando por ella. Volvió sobre sus talones y se dirigió a la chimenea, prendió el fuego sin sacarse el abrigo y se metió en la cocina. Mientras pasaba café leía con interés el diario y tomaba con placer -como si aquello
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