Si el trabajo de los intelectuales no sirve para mostrar caminos de libertad, si no está al servicio de la justicia y el bienestar de todos los seres humanos, su valor, es exiguo. La literatura, las artes en general, son credenciales de privilegio porque permiten propalar rumores de felicidad y de ternura, porque imitan la realidad confrontando lo negativo y lo positivo, porque aún en medio de un relato trágico y oscuro permiten el encuentro con la luz, porque muestran el lado amable de la más devastadora de las tormentas, porque convocan a la toma de consciencia, porque construyen puentes de cristales frágiles conectados directamente a los corazones de los espectadores para ponerlos en perspectiva. Pero la intelectualidad no es, no debe ser pasaporte a la arrogancia, al elitismo. Nada tan triste como el aislamiento, el casi destierro al que se consagran algunos escritores y artistas, convencidos de que son seres iluminados bajados del cielo con la verdad en la mano. La única verdad es que si hablan en un idioma inentendible para la mayoría, su discurso es irrelevante.
© Dagor PVV
Las voces del viento abrazan tu silencio, Madre. Tus plantas languidecen porque son prolongación de los dedos de tus manos y de tu ternura. Los retratos de los abuelos no disimulan su alegría ante tu llegada al cielo, que ellos ya habitaban. Un vehículo amarillo esperaba en silencio en el umbral del hastío para transportarte en marcha triunfal hacia la cima de la libertad. Tu nave con el escudo del Barcelona, no tuvo más luces que las estrictamente necesarias, las suficientes para no perderse entre las nubes de la atmósfera en el camino a la eternidad, porque de tu sencillez, no cabía esperar faros halógenos que pretendieran competir con las estrellas. Te has ido en mayo, mes de la Virgen a la que tanto amaste y bajo cuyo manto te cobijaste en momentos de duda y de dolor. Ojalá fuera posible que cambiaras de parecer y retornaras a seguir gozando del amor incondicional de Muñeca, tu lazarillo, tu perrita fiel, y para poder nosotros regodearnos en el privilegio sin par de escuchar tus ...
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