Hoy al entrar en una tienda de materiales a comprar brochas, me encontré con un lienzo enorme que me llamaba a gritos. Por supuesto que nadie más podía escucharlo. Lo vi desde lejos, me le fui acercando despacito ante la mirada sorprendida de mi hijo Fernando, y cuando estuve junto a él, lo abracé emocionada. Una historia escapaba de su superficie aparentemente blanca y vacía, un poema de libertad que se ha quedado repicando entre mis sienes. Hoy voy a soñar con ese lienzo, le voy a escribir una carta de todos los colores sobre su corazón guerrero para que la cante apenas salga el sol. (Dagor)
Las voces del viento abrazan tu silencio, Madre. Tus plantas languidecen porque son prolongación de los dedos de tus manos y de tu ternura. Los retratos de los abuelos no disimulan su alegría ante tu llegada al cielo, que ellos ya habitaban. Un vehículo amarillo esperaba en silencio en el umbral del hastío para transportarte en marcha triunfal hacia la cima de la libertad. Tu nave con el escudo del Barcelona, no tuvo más luces que las estrictamente necesarias, las suficientes para no perderse entre las nubes de la atmósfera en el camino a la eternidad, porque de tu sencillez, no cabía esperar faros halógenos que pretendieran competir con las estrellas. Te has ido en mayo, mes de la Virgen a la que tanto amaste y bajo cuyo manto te cobijaste en momentos de duda y de dolor. Ojalá fuera posible que cambiaras de parecer y retornaras a seguir gozando del amor incondicional de Muñeca, tu lazarillo, tu perrita fiel, y para poder nosotros regodearnos en el privilegio sin par de escuchar tus ...
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